Cada tanto llega.

 


En toda línea superficial que llamamos vida, está la grieta, el sabor amargo. Tan amargo como un cítrico de estación o una hiel descuidada.

Al principio no sabemos qué vendrá, nos sorprende sin avisar. Pero cuando el tiempo pasa y la constante es parte de nosotros, se hace uno, nos transforma.

Cada tanto llega y nos dice que hoy puede ser igual que ayer, pero mañana no lo sé. Es una melodía difusa que llega y se pierde hasta que la volvemos a escuchar.

No hay remedio, cuando soñamos, cuando reímos, solo tapamos con el codo lo que nunca fuimos.

Esperar, solo esperar, el karma que se vuelve ser, que nos enseña.

Entre el inicio y el final solo hay cosas vagas, que solo nos completan en un momento.

Por eso el destino es la llanura donde mora el viento tormentoso.

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