Invierno



Cada estación tiene su llanto, pero ninguna tan emocionante como la del invierno. Trae un silencio que hasta cobra su murmullo, en una mágica sala donde se perpleja el alma. Es tan amigable con la peregrina que, a veces, ni se esfuerza por conocernos. Es aquello que hay entre nosotros, aunque no lo veamos así; tiene un fundamento real.

A veces creo que es nuestro pasaje, la sinfonía que nos recuerda que no somos nada. ¡Oh, invierno! No traigas penas ni mal augurio, simplemente enséñanos a vivir al calor del amor.


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