Oportunidad


 Siempre  estaba ahí como mirando de reojo,  atenta a mi distracción murmurando en mis oidos. Su brisa repentina acariciaba mi espalda,  a veces con deseo de abandonarme y librarse al olvido. Pero el tiempo quiere historia, sabe de nuestro ser y sus carencias. Uno siente que puede verla, a pesar de su perfume fugaz, tiene un sabor  como el que deja el mar desde su sal. No existe otro  remedio que aceptar su trato, Dios lleva guardado un lugar para nosotros.

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